Salvia Blanca
Salvia pallida
La salvia blanca, a diferencia de su pariente la salvia celeste, es un arbusto bajo. Habita el estrato bajo de bosques, campos y matorrales desde la provincia de Buenos Aires, hasta el norte argentino, sur de Brasil, Paraguay y Uruguay.
Todas las especies de salvias poseen flores similares, con una estructura asombrosa que asegura que el visitante, ya sea un picaflor, abejorro o mariposa, se lleve en su cabeza o dorso una buena carga de polen. Dado que los órganos productores de néctar, los nectarios, se encuentran al fondo de un estrecho tubo floral, obliga a los polinizadores a empujar y activar un mecanismo de palanca que hace que los estambres, portadores del polen, bajen y toquen al visitante por encima. Luego de libar su néctar, los polinizadores llevan inadvertidamente su valiosa carga a otras flores. Cuando llegan a la misma especie pueden dejar el polen sobre la parte femenina y favorecer así la fecundación cruzada, entre dos ejemplares diferentes.
La evolución de las flores de esta familia, las Labiadas o Lamiáceas, favoreció la presencia de un ancho "labio" que hace de "pista de aterrizaje" a los polinizadores. Una interacción donde ambos se benefician: uno se alimenta y el otro logra fecundarse.
Por su fácil cultivo a pleno sol o a media sombra y abundante y prolongada floración, se ha difundido el uso ornamental de la salvia blanca en jardines, canteros, macetas de patios, balcones y terrazas.